lunes, 2 de febrero de 2015

El cazador de estrellas

A veces hay seres que vienen a este mundo por corto tiempo, su vida está tan llena de vida, de velocidad y de luz que aprenden muy rápido y nos dejan antes de tiempo, en realidad antes de nuestro tiempo y de nuestra comprensión.  Como un cometa, o una estrella fugaz que nos ilumina con intensidad asombrosa y luego continúa su camino. 
A tí, estrellita te dedico este cuento. Estoy segura que ya eres luz. 



En un desierto lejano, vivía un niño que soñaba con las estrellas. Cada noche antes de acostarse, salía a la puerta de la tienda en la que vivía y se quedaba mucho rato observándolas. 

Una noche llamó a su madre y le dijo: "Cuando sea mayor cazaré una estrella. Con tanta luz iluminaré el pueblo y no pasaremos frio y miedo en la oscuridad cuando se haga la noche". 

Su madre sonrío y le arropó con una sonrisa. "Todo eso cuando seas mayor, aún te queda". 

Pasó el tiempo, y el niño se hizo mayor, y aquella idea de niño en lugar de desaparecer se hizo cada vez más fuerte. Tras viajes y estudios se convirtió en un reconocido astrónomo. 

Como ello no era suficiente para cazar estrellas, aprendió el arte de la magia y la alquimia y un día cuando se sintió preparado salió a cazar una estrella. 

Tras diseñar un complejo artefacto y asombrar al maravillado poblado, esperó a la noche donde la lluvia de estrellas pasaba más cerca de la tierra. Y zas, tras un estruendoso trueno logró su sueño. 

Allí estaba la estrella, en una caja de cristal diminuta dando calor y luz a todo el pueblo. 

He triunfado!!! - gritó. 

Pero poco duró la alegría. Ha medida que pasaban los días, la estrella se iba a apagando, mientras que las estrellas del firmamento pasaban radiantes con su rastro de luz. Y un día se apagó del todo. 

El sabio, lloró y desconsolado abrió la caja para acariciarla. Con gran sorpresa la estrella volvió a brillar y tras una gran explosión volvió a alumbrar el firmamento. 

El sabio sonrió. Destruyó el artefacto que había creado y desde esa noche cada día, volvió a admirar cada una de las estrellas del firmamento desde la puerta de su tienda. El niño volvía a ser niño, el ser volvía a SER.

Barcelona, 20 de enero de 2015.