martes, 7 de abril de 2015

La muralla

Erase una vez un caminante, que decidió recorrer el mundo.

Tras caminar un largo trecho durante meses, se encontró de repente con una muralla gigantesca, mil veces más grande que él.

Confundido y atemorizado, no supo que hacer. Podía volver atrás...

Por un momento dudó, pensó en lo que le depararía el camino de vuelta y comenzó a sudar... tras un súbito mareo, perdió el equilibrio y apoyó su mano en la muralla para no caer al suelo.

Ohhh sorpresa! En lugar de caer al suelo, fue la muralla la que se desplomó sin mucho estruendo,  mostrándole al caminante el resto del camino. Verde, ancho, luminoso y lleno de vida.

El caminante, respiró, tomó una piedra de aquella muralla y con ella en el bolsillo para no olvidar lo aprendido continuó caminando.


A veces la vida nos muestra, que los límites los fijamos nosotros y hay que tocar la muralla que tenemos enfrente para darnos cuenta que cae con solo tocarla.

María de Lourdes Eguren
Barcelona, 07 de abril de 2014.