Dos amigos, se fueron de excursión a la montaña. Uno de ellos muy experimentado, había recorrido grandes trayectos, escalado los picos más altos y era capaz de caminar durante horas. El otro un campesino humilde, sólo había salido de su pueblo una vez. Su trabajo consistía en arar el campo de sol a sol y llevar el ganado de los prados de verano a invierno y a la inversa, año tras año.
El amigo experimentado iba indicando a su amigo cada paso, su amigo campesino le escuchaba con atención y respeto.
De repente en medio del camino, el amigo campesino hizo detenerse súbitamente al explorador. Cuidado! gritó. Este paso es una trampa, deberíamos construir algo para pasar, no es seguro.
El amigo explorador rió confiado y burlándose de su amigo le dijo: Tu eres sólo un campesino, yo he pasado mil pasos igual a este. Ya verás.
Y tras dar un paso, un grito largo y agudo se escuchó.
El campesino tardó horas en rescatar a su amigo que aunque muy malherido salió con vida gracias a él. Este no conocía el mundo, pero gracias a la observación sabía que la tierra de cierto color esconde grandes abismos en su interior.
Cuando el explorador le agradeció días después a su amigo el campesino este le respondió: Mi abuelo siempre me decía, que si escuchas aprendes, y si escoges no escuchar, aprenderás de otra forma. También me dijo que él no podía llevarme de la mano y evitar que cayera ya que debía ser libre para aprender, pero que siempre estaría allí para darme una mano si me resbalaba al caer.
Barcelona, 24 de agosto de 2014.