A tí, estrellita te dedico este cuento. Estoy segura que ya eres luz.
En un desierto lejano, vivía un niño que soñaba con las estrellas. Cada noche antes de acostarse, salía a la puerta de la tienda en la que vivía y se quedaba mucho rato observándolas.
Una noche llamó a su madre y le dijo: "Cuando sea mayor cazaré una estrella. Con tanta luz iluminaré el pueblo y no pasaremos frio y miedo en la oscuridad cuando se haga la noche".
Su madre sonrío y le arropó con una sonrisa. "Todo eso cuando seas mayor, aún te queda".
Pasó el tiempo, y el niño se hizo mayor, y aquella idea de niño en lugar de desaparecer se hizo cada vez más fuerte. Tras viajes y estudios se convirtió en un reconocido astrónomo.
Como ello no era suficiente para cazar estrellas, aprendió el arte de la magia y la alquimia y un día cuando se sintió preparado salió a cazar una estrella.
Tras diseñar un complejo artefacto y asombrar al maravillado poblado, esperó a la noche donde la lluvia de estrellas pasaba más cerca de la tierra. Y zas, tras un estruendoso trueno logró su sueño.
Allí estaba la estrella, en una caja de cristal diminuta dando calor y luz a todo el pueblo.
He triunfado!!! - gritó.
Pero poco duró la alegría. Ha medida que pasaban los días, la estrella se iba a apagando, mientras que las estrellas del firmamento pasaban radiantes con su rastro de luz. Y un día se apagó del todo.
El sabio, lloró y desconsolado abrió la caja para acariciarla. Con gran sorpresa la estrella volvió a brillar y tras una gran explosión volvió a alumbrar el firmamento.
El sabio sonrió. Destruyó el artefacto que había creado y desde esa noche cada día, volvió a admirar cada una de las estrellas del firmamento desde la puerta de su tienda. El niño volvía a ser niño, el ser volvía a SER.
Barcelona, 20 de enero de 2015.