Meditando sobre las hermosas personas que tengo alrededor, se me ocurrió esta historia... llena de arrugas, de canas, pero sobretodo de amor, mucho amor...
Erase una vez un pueblo, un pueblo donde la gente vivía bien. Cada uno hacía sus cosas, los niños pequeños jugaban, los jóvenes iban a la escuela, los adultos y mayores atendían sus negocios y los ancianos participaban de la vida.
Un día un joven, muy joven... que había leido mucho y vivido muy poco llegó al pueblo. Nadie sabía de donde venía realmente, pero su oratoria y sus conocimientos cautivaron al pueblo, en especial a los adultos.
- Podemos hacer que seamos el pueblo más importante de la región!! Lo único que cada uno tiene que hacer es estudiar vuestros negocios-dijo dirigiéndose a los adultos- Seguramente encontrareis gente que tarda más en realizar los trabajos... esa gente no os sirve. Pensadlo bien, de qué os sirve alguien que tarda el doble que el resto???
La idea comenzó a hacer mella, poco a poco comenzaron a hacer lo que decía aquel joven que de pronto se convirtió en el gurú de los negocios de la región.
Y así fue, poco a poco los adultos fueron eliminando a aquellos que tardaban más que el resto... y las cosas iban bien! muy bien! ..... Los demás pueblos de la región comenzaron a imitarles..
Paulatinamente y sin que nadie dijera nada, las calles comenzaron a llenarse de aquellos mayores, que con mirada triste quedaban para hablar sentados en la plaza del pueblo.
Sin embargo algo sucedió, poco a poco las cosas comenzaron a cambiar. Algo faltaba, el ambiente era tenso, los conflictos iban en aumento y las cosas comenzaron a fallar.
La gente fue a ver al gurú que como solución les dió el mejor libro que había leido donde se explicaba como debían hacerse las cosas... Los adultos volvieron a casa y lo estudiaron con detenimiento.
Pero las cosas no mejoraron, todo lo contrario cada vez iban a peor. Las peleas eran constantes y el pueblo sufrió el peor incendio de su historia luego de la discusión de dos vecinos... De nada sirvieron los artilugios del joven gurú ni sus libros... desesperado el joven reconoció que no entendía qué pasaba y cuando se lo comunicó a la gente el pueblo entró en pánico.
Algo curioso sucedió. Los mayores que observaban desde la distancia tardaron poco en tranquilizarles, con esa sonrisa que da la experiencia, con ese paso sosegado que lleva el que ya conoce el camino. La gente se sintió aliviada y poco a poco sin pensarlo los mayores volvieron a tomar sus antiguos puestos...
El joven gurú no entendía nada, como era posible que su método perfecto hubiera fracasado? Así que decidió observar.
El primer día fue a la panadería, el aprendiz y el maestro panadero discutían acaloradamente sobre la mejor forma de hacer cierto tipo de pan. El mayor panadero sonriendo replicó a ambos que los dos tenían razón, pero que les hacía falta un ingrediente secreto... ¿cúal es? -preguntaron rápidamente los dos... el mayor panadero les contestó: Paciencia y tiempo. Se puso manos a la obra y en menos de lo que pensaban todo el pueblo olía a pan fresco.
El segundo día fue a visitar al joven arquitecto, las historias decían que llevaba días intentando construir el techo de la escuela pero cada vez que lo intentaba se le venía abajo. Al tercer intento fallido, desesperado el joven arquitecto salió corriendo de su estudio.
El mayor arquitecto apareció en escena con una caja de caramelos, se sentó a su lado y le ofreció un par. El joven arquitecto rompió a llorar, esos caramelos le recordaban su infancia, casualmente su padre había muerto hacía un par de semanas y no se sentía capaz de llevar el negocio él solo. El mayor arquitecto se ofreció acompañarle en lo que necesitara y sutilmente el joven fue capaz de terminar la obra... la enseñanza que transmitió el mayor al joven gurú fue: Amor y escucha.
Al tercer día el joven gurú fue a visitar a uno de los pocos negocios que no había dejado que sus mayores se incorporaran. Al día siguiente tenían una entrega muy importante, el carruaje del rey debía estar terminado.... pero las ruedas no giraban bien!!!
Las horas fueron pasando, y la solución no llegaba.... son las ruedas!! gritaba uno! - falta aceite! gritaba otro... y no se ponían de acuerdo y las agujas del reloj se acercaban al amanecer.
El joven gurú habló. ¿por qué no llamais a vuestro mayor? -- imposible!!! gritaron todos!, tardaría toda la semana! Tu lo sabes!! Y mañana al amanecer esto debe estar terminado de lo contrario será nuestra ruina.
Estais seguros? - insistió el joven gurú. No perdeís nada si lo llamais..
Finalmente cedieron a regañadientes y el mayor llegó. Todos sonrieron en tono de burla al ver cuando con sus manos temblorosas revisaba las ruedas....
Está muy bien! - Dijo sonriendo- Es una de las mejores ruedas que he visto. Sólo le falta una cosa, y girando la rueda con un golpe seco la encajó en su sitio... Aquel día el joven gurú aprendió la importancia de la Experiencia.
El joven gurú se alejó caminando,pensando en las 3 cosas que había aprendido: Paciencia y tiempo; amor y escucha; experiencia... y decidió dejar de llamarse gurú. Se dedicó a ser el aprendiz de los mayores y con el tiempo llegó a ser el sabio más grande que existió en su pueblo.
Dedicado a todos aquellos que quizás no usan el ordenador tan rápido como los jóvenes, que no saben que es internet o les importa poco los resultados de la bolsa.. pero conocen lo más importante, el valor de una sonrisa, del saber esperar, del tiempo y de esa experiencia que nada en el mundo puede substituir.
Barcelona, 14 de noviembre de 2011
María de Lourdes Eguren