jueves, 5 de junio de 2014

Maraj

Hace unos días cuando publiqué mi último post mientras reflexionaba sobre la muerte repentina  de mi cuñado, nunca imaginé que justo al día siguiente la muerte me daría una nueva sorpresa acompañando a un amigo y maestro hacia la luz. Y precisamente cuando escribía el post, recordaba una de nuestras últimas conversaciones. Causalidades...

A él le dedico este post. Per a tu Mestre. Que fins i tot amb el teu pas a l'altra dimensió, m'has ensenyat una nova lliçó de vida.

Comenzaba el mejor momento del día para los niños de la familia.  Todos corrieron para tener el mejor sitio y sentarse alrededor de la abuela. Ella frente a la chimenea y mirando sus caritas expectantes comenzaba a contarles la historia del día:

Erase una vez hace muchos, muchos años en una casita blanca del Mediterráneo y muy cerca del mar vivía un hombre llamado Maraj. Un día el mar, con sus olas trajo a la orilla un hombre harapiento, casi muerto y deshidratado. Maraj al verle corrió a socorrerle, le llevó a su casa y curó sus heridas.

Cuando el hombre despertó,  Maraj preguntó por su nombre. Lerni, contestó él.. y acto seguido Maraj entendió que no hablaba su lengua. Con mucha paciencia Maraj fue poco a poco enseñando su idioma a Lerni, y mientras sus heridas curaban su habilidad con la lengua era cada vez mayor. Tras dominar las letras, Maraj le transmitió su conocimiento sobre el  alfabeto de las estrellas,  de la aritmética y del hacer local.  Maraj y Lerni se hicieron muy buenos amigos, y un día como ocurre muchas veces en  este viaje que es la vida Lerni tuvo que emprender su camino hacia otros lugares del país.

Lerni con el tiempo se hizo un hombre sabio y se dedicó a la enseñanza. Sus alumnos le respetaban y poco a poco su fama comenzó a crecer.

Un día sus alumnos le preguntaron qué debía hacer un maestro para ser un buen maestro. Lerni, no supo que responder y tras meditarlo pidió a sus alumnos que le acompañaran a un pequeño viaje.

Como suele suceder, la mayor parte de sus alumnos pusieron excusas para hacer el viaje, así que al final,  del gran grupo de alumnos no quedaron más de 10.

Se pusieron en marcha y llegaron a la casita blanca de Maraj.

Maraj y Lerni se recibieron con un gran abrazo y sin más preámbulos se sentaron en la mesa a conversar. Los alumnos se sentaron alrededor de la lumbre y así comenzó el primer día de muchos días que vinieron después.

Al día siguiente Lerni explicó a sus chicos que debía marcharse unos días, así que quedarían en casa de su amigo Maraj.

Mientras desayunaban, Maraj notó que uno de los chicos era muy hábil con las manos, así que le pidió que le enseñara a confeccionar una nueva red de pescar. El chico muy orgulloso de sentirse útil, hizo la mejor red de pesca que había hecho hasta entonces.

Al siguiente día Maraj observó que había otro chico que era muy hábil con la palabra, así que le pidió que fuera al mercado del pueblo a negociar el precio de una nueva barca de pesca que tenía en mente hacia un tiempo. Maraj sabía que el chico tenía la costumbre de hablar muy rápido, así que ese día pidió a un amigo que era casi sordo que acompañara al chico, quienes juntos hicieron una gran negociación.

Pasados unos días, Maraj vió que uno de los chicos era muy hábil calculando. Así que le pidió que le trazara la ruta de navegación que utilizaría para el viaje que tanto planificaba. Cuando el chico que era muy impaciente se equivocaba Maraj se lo llevaba a caminar hasta que relajados volvían a casa y continuaba con su labor.

Había un chico al que  el resto de sus compañeros consideraba inferior, hablaba poco y era muy retraído.  Maraj no dejó de observarlo, y cuando la nueva barca llegó a la orilla y pidió al chico que se encargara de tallar el mascarón y todos los detalles de la barca. El chico orgulloso, comenzó a trabajar día y noche y el día de la botadura al descubrir la manta que cubría a la barca dejo a la luz una de las mejores tallas que se habían realizado en el pueblo hasta entonces.

Ese día Lerni volvió al pueblo y junto con Maraj y los alumnos hicieron el primer viaje alrededor de la bahía.

De vuelta a la ciudad Lerni preguntó a los chicos qué habían aprendido. El chico de la red explicó que había entendido que su trabajo era valioso, el chico que hablaba rápido comprendió que la calma es la mejor amiga en una negociación, el habilidoso para los cálculos aprendió que la impaciencia era enemiga de lo bueno. Todos los chicos fueron hablando, hasta que solo quedó el chico del mascarón.

Lerni le preguntó qué había aprendido y el chico le contestó:

- He aprendido que un buen Maestro no es sólo aquel que tiene conocimiento, sino aquel que con cariño, paciencia y mucha delicadeza es capaz de identificar las cualidades más escondidas de cada ser y ver en ello una obra maestra.

Maraj desde su casita blanca sonrió.


Barcelona 6 de junio de 2014.











1 comentario:

Dr. Jesús E. Martínez Marín dijo...

No creo que haya mejor forma de despedir a Quim que esta, esto fue el, esto fue para nosotros; que hermoso cuento, me ha llegado al alma, lo incorporaré a mi propia vida... Gracias Gracias Gracias.