Una luciérnaga, estaba muy contenta. Se sentía muy dichosa por la luz que compartía con sus amigos los insectos del bosque.
Un día, la cucaracha envidiosa de su belleza le dijo:
-Hay que ver que eres tonta. Tanto dar luz, y a tí quién te ilumina?
La luciérnaga, se quedó pensando y triste volvió a su cueva. Esa noche no salió a dar luz.
Al día siguiente sus amigas luciérnagas le preguntaron por qué se había quedado en su cueva y ella les contó lo que había dicho la cucaracha.
Todas entraron en una tristeza general, se sintieron solas, apartadas, desdichadas...
Desde una esquina el sabio nogal observando la escena sonrió.
- De qué te ries? Dijo una de las luciérnagas. No ves que estamos tristes?
El nogal sonriendo les contestó:
-Me río porque un simple comentario os ha hecho dudar de vosotras mismas y de la perfección que os rodea. Siempre estais rodeadas de luz, de noche vuestra luz os ilumina el camino, y de día no os dais cuenta del regalo de Dios? La luz de Dios os rodea, está siempre con vosotros, os ilumina y da calor. A veces la luz es tan cegadora que nos olvidamos de verla, no creeis? Además, irónicamente pedís luz cuando siempre la habeis tenido en vuestro interior, no importa si es de día o de noche.
Las luciérnagas contentas entendieron la lección.
A la siguiente noche el nogal brilló, las luciérnagas decidieron ver la luna desde sus ramas.
1 comentario:
Te he dejado una tareita, pásate por mi blog!
Que bueno que empezaste tu propio blog ;)))
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